Caballero sin espada
paladín sin sangre en las manos.
Quijote perdido en el desierto,
Sancho matando molinos.
Un ideal, una promesa...
Desarmado combate al enemigo.
Como firma su palabra,
como mosquete su ironía.
Años batallando solo
para un rey siempre lejano;
nunca esperó más recompensa
que un abrazo, una palabra amable o quizás un beso...
Pero el soldado de fortuna,
jamás acepta caricias,
nunca desnuda sus sentimientos
y siempre cumple ordenes extremas.
Cuando nadie se atreve a avanzar
este mosquetero embiste;
cuando nadie quiere regalar
él lo da todo por un compañero.
Cuanta virtud y honor,
cuanto sudor y desvelo,
cuanta soledad y pena,
cuanto trabajo sin premio.
Pero él obedece sin titubear
y nunca lo verás llorar.
Un capitán nunca llora,
un héroe nunca retrocede.
Por eso siempre tendrá amigos
por eso siempre tiene enemigos.
El que mucho calla y mucho hace
mucho escucha y mucho arregla.
Y también es envidiado...
Malditos envidiosos que nunca podrían batir
al espadachín en un duelo parejo.
Sus valores no tienen igual
y su moral esta por encima de cualquier color y moneda.
No se vende, se regala,
no te engaña, te aconseja,
no te impone, te adoctrina,
no se pierde, te acompaña,
no te olvida, te añora,
no destruye, cultiva,
no se rinde, nunca se rinde...
Uno para todos y todo para su familia...