jueves, 22 de septiembre de 2022

Tu carita de pena

Cuando la lluvia dibujaba garabatos

en un charco de lágrimas

a los pies de una sombra solitaria.

En el segundo en el que

la luna se ocultaba para

que el motor de la ciudad

comenzara a aullar;

en el filo de la desesperanza

en el momento

en el que el amor miraba al precipicio

y la desidia me tendía su mano

fría y firme,

en medio de la tempestad

mojada y sonriente,

tímida y descarada,

con su carita de pena

y sus ojos esmeralda

que iluminaban el hueco negro

que había dejado mi alma

al partir en busca de la gloria

olorosa que me prometían

los traficantes de sueños.

Una niña que venía del otro lado del destino,

me regaló un secreto.

Me rompió el pecho

me prometió que aún había tiempo

tiempo de encontrar algo infinito

de creer en cosas estúpidas,

de llorar en compañía

y de reír en soledad.

Cuanto más la miraba

más miedo tenía;

cuanto más miedo tenía

más enamorado estaba.

En un mundo que no importa a nadie,

que es tan implacable e impreciso

que te da las cartas marcadas

con símbolos invisibles

para jugar una partida con la muerte

con la soledad, con el odio,

con tu enemigo, con la avaricia y

con el cariño.

En un lapso de tiempo

imperceptible

me dí cuenta que yo podía ganar

de que tu ya habías ganado,

que no podía luchar contra ese espíritu,

contra alguien que por fin no mentía,

no quería nada más

nada más que un beso,

una llamada,

un abrazo, un suspiro, una caricia,

un millón de años juntos...

Un precio demasiado bajo por estar al lado

de un corazón incandescente

y una mirada enternecedora,

de una carita dibujada con trozos de poesía,

con la forma de un drama enternecedor,

con la dulzura que emana la mueca de un bebe

con la inocencia del que no quiere otra cosa

que no sea amor, amor.

Abriste la jaula de ira que recubría

mi sombría mirada

y tu pena, con la mía,

hicieron renacer una nueva esperanza...

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