Reseña de El reinado de la palabra, poemario de nuestro secretario Antonio Togores, escrita por el socio Francisco Iribarren y publicada en la revista cultural Proverso.
En
estas sociedades en que vivimos, nos movemos y existimos, el tiempo impera y la
palabra reina. Nadie, ni siquiera la imagen, ha conseguido aún derrocar a la
palabra, que es una reina sencilla y compleja, palpable y fugitiva, visible e
invisible de tan acostumbrados que estamos a ella.
Sea
escuchada o ignorada, leída o no leída, el reinado de la palabra es más largo
que el de Isabel II de Inglaterra. Netflix aún no se ha atrevido a abordar esta
serie: The Word. La palabra ha sobrevivido a monarquías, repúblicas y
dictaduras. Por su carácter ubicuo, podemos decir que su reino no es de este
mundo.
Antonio
Julián Togores Torres (La Coruña, 1955) no es ya un súbdito de la palabra, que
también, sino un cortesano de la reina, es decir, un poeta. Por eso rinde pleitesía
a la monarca en El reinado de la palabra, su segundo poemario, publicado
en marzo de 2022 por Ediciones Ende. De su primer poemario, El imperio del
tiempo, tienes la reseña aquí.
El
reinado de la palabra consta de 35 textos, 31 de ellos en verso
y 4 en prosa. Los 31 en verso son poemas que emplean la métrica y la rima, mientras
que los 4 en prosa son cuentos breves, de tono aparentemente infantil, en los
que el autor da rienda suelta a la imaginación y al sentido del humor.
Ya
el segundo poema del libro, La palabra, es un canto a la reina, que
“ensancha el horizonte / de nuestra vida callada”. Togores, como enfermero
profesional que ha sido, llama la atención enseguida sobre las “contradictorias
propiedades” de este “medicamento”, que “cura y te reconforta”, si se dice
“bien y a tiempo”, o puede transformarse “en arma mortal”, si es “inapropiada”…
Por eso, receta:
Cuida
la palabra en tu boca
y
piensa el efecto que provoca.
¡Cuántos
males, cuántas heridas nos ahorraríamos unos a otros, si aplicáramos esta feliz
receta, tan difícil a veces de poner en práctica!
Uno
de los temas principales del poemario es el amor y, en concreto, la ausencia de
la persona amada. Esta ausencia permite la presencia de un ramo de sentimientos
de alto potencial lírico, como son angustia, hastío, desesperación (lo que
Baudelaire llamaba esplín), nostalgia, melancolía (lo que los gallegos llaman
morriña), etc.
¿Qué
soy yo sin ti?
Espejo
sin reflejo,
camino
sin pisadas,
estrellas
sin miradas
y
hambre sin sustento.
En Banco rojo, el poeta
sucumbe a la tentación del recuerdo del amor perdido, con versos evocadores.
No
había farola, fachada o esquina
que
no repitiesen tu voz en silencio.
En
Amanecer contigo, los versos son sensuales como una caricia, y con
delicadeza saborean las mieles del amor, “los rayos que besan tu espalda”,
“nuestro infinito sonrojo”.
En
No te vayas, con versos fluidos, pide a cierto niño que espere dos años
antes de irse libre.
Haz
como los polluelos
aún
torpes y lentos
que
a cubierto
esperan.
En
El eco, con sus preguntas que rebotan en las paredes, con su morriña,
con su fusión con la naturaleza, Togores vuelve a emular a su paisana Rosalía
(no confundir con la estrella internacional contemporánea).
Playa
de San Jorge es una tierna ambientación en diez
cuartetas que emplean las mismas rimas asonantes.
En
Siete besos, Togores vuelve a inspirarse en el eterno Bécquer de las Rimas,
el que se derrite de pasión y versifica en condicional.
Por
una sonrisa, siete besos.
Siete
besos por una caricia.
Una
caricia yo te daría
si
me regalaras siete cielos.
Togores
dedica un poema a La memoria, esa corona que, aunque nos pese o nos
duela, “¡nunca nadie perderla quiere!” Es tan poderosa que: “¡No sabemos qué
poder tiene!” Y es un tanto imprevisible, ya que “a veces tiene / salidas que
nadie comprende”.
En
Río seco, imbuido de nostalgia, intenta lo imposible: retener el tiempo,
“repetir / aquel lejano día”.
Ferrol
querido es una entrañable loa a su ciudad del alma, con sus
paisajes, sus calles, sus costumbres y sus recuerdos. En este poema emplea
versos eneasílabos con rimas consonantes ABAB.
¡Ferrol,
Ferrol, mi ferroliño!
¡Qué
tiene tu gente, sedienta
de
amores, guitarras y pinos!
En
Roce de amor se vuelve a manifestar el corazón sentimental y
benevolente, el que junta amor y tristeza para, con delicadeza, capturar el
instante que puede ser eterno.
En
¿Quién eres?, en cambio, se expresa el sentimiento trágico de la vida.
El dolor se hace fuerte en tonos dramáticos, shakesperianos.
Hoy
es uno de mis preferidos: muy intenso, muy honesto, muy desgarrador. Es un
ejercicio introspectivo hasta lo más profundo y doloroso de su alma, desde su
“alborotada infancia”.
El
odio de un rencor malvado
mi
sangre a diario apaciguaba.
En
Ángeles, la impronta del amor que atraviesa el pecho, ese del que Lope
dijo: “Quien lo probó, lo sabe”. “Siempre estaré viajando / tras esos labios…”
El
poema Azul esperanza ya presenta desde su título un original cambio de
paradigma: ¿A ver por qué la esperanza va a tener que vestirse siempre de
verde?
Perro
herido es otro de mis preferidos, donde, con versos atinados
y cadenciosos, el autor manifiesta su amor y sensibilidad por los animales, su empatía
con el perro herido y moribundo, como en una alegoría de la muerte humana.
No
hacen falta dulces palabras
cuando
la vida se te escapa,
sólo
quieres suaves caricias
que
te duerman y te despidan.
Tu sueño
presenta forma de romance, con una rima diferente en cada una de sus cuatro
estrofas.
Quiero
dormir en tu sueño
y
soñar que se despierta
la
tormenta de tu amor.
En De acuerdo
encontramos esta estrofa:
La
frase “amor, te amo”
es
de tanta valía
que
una vez la dije inocente,
y
hoy por ella daría la vida.
Y en Noche de
estrellas:
¡Noche,
cuánta tristeza
en
mi cuerpo alimentas!
En
cuanto a los cuentos, suelen tener a los animales como protagonistas. En Nube
es una paloma. En El parque se monta un jaleo de gatos, perros,
cabras y gallinas. Pe, Ga y Lo (de Perro, Gato y Loro) es una entrañable
historia de amistad y de amor naciente, narrada con delicadeza, sentido del
humor, y reflejos surrealistas.
Por
último, el cuento Excursión al monte sale del mundo animal para
contarnos, con prosa poética, un recuerdo o una historia entrañable, donde el
protagonista es el niño y su universo irremplazable de juegos infantiles, de
sentimientos de ingenuidad, pureza y magia, de ilusiones, de risas y de
imaginación.
Antonio
Julián Togores Torres transforma su vida en palabras para compartirla con
muchas más personas. Este poemario se lo dedica de forma especial “a quienes
utilizan la palabra como manifestación de su relación con el resto de la
humanidad”. La palabra no ha muerto aún… ¡¡Larga vida a la palabra!!
Francisco
Delgado-Iribarren Cruz
Madrid, 26. V. 2023.
Muchas gracias, Pachi.
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