domingo, 10 de septiembre de 2023

Las notas infinitas

 

El órgano da oxígeno

al templo que fue una vez sagrado;

cual reliquia sonora,

la música rebota

en sus solemnes muros

mientras la vida vuelve de entre los muertos

para enmudecer a los mortales.


Es un instante de otra época,

anacrónico y mudo de palabras

de susurros inútiles

de gritos de auxilio…


Las notas flotan delicadamente

en la espesa atmósfera

saturada de incienso y mirra.

Es un momento mágico

en el que se para el tiempo y el pensamiento racional.


Volvemos al mundo medieval

donde el miedo florecía dentro de los sueños

y los sueños estaban repletos

de coloreadas sinfonías místicas,

que flotaban…


No simplemente sonaban

sino que se deslizaban en el aire

surfeando el ambiente

para terminar en la mente de la audiencia

y volver a recuperar el siguiente acorde

sin miedo a colisionar,

sin principio ni final,

como esperando llegar al infinito

dentro de un caos organizado…


Uniendo una sonata con la siguiente

e hipnotizando a todos los feligreses.

A todos y a uno.


Ahora estoy solo, buceando en tierra,

enamorado del sonido

que se evapora por los cientos de flautas

que nos dirigen como ratones

al epílogo más dulce…


Es un concierto eterno

que me hace olvidar

lo que hay fuera del altar

fuera de mi alma

fuera de aquel castillo inventado.


Ahora soy yo y mis demonios

escuchando una nota que cohabita con la siguiente

y vuelve al teclado

para salir de nuevo con otro color

y más calor

e igual amor…


Un amor que se clava en mi pecho

y envenena mi sangre con sonido dopado

por la rabia y la luz

de una esperanza olvidada

por unos pocos niños encantados

por una melodía

que aniquilaría a aquellas ratas

que inundan las calles de las urbes milenarias…


Esa música es mi alimento y mi laberinto.

Mi sueño y mi única realidad...

 

Alfonso

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